Cómo escoger un libro para tu pichón
Entre las aventuras y desventuras de todo adulto con hijos, una responsabilidad añadida es la de escoger con juicio las lecturas adecuadas para nuestros pichones. No sé qué tal los vuestros pero desde luego la mía es una señorita de ideas claras. Así que a fuerza de prueba y error he desarrollado la siguiente estrategia:
Ofrecerle variedad. Muchas veces voy a la biblioteca sola y cojo los libros que me llaman la atención y los que creo que casan con sus gustos e intereses actuales. Luego en casa los leemos del tirón y descubro que muchos no le gustan y alguno sí. Justo ese, el que le gusta, lo leemos sin parar durante dos semanas antes de devolverlo. ¿El resto? ¿Acaso importa?
Fomentar el gusto propio. Quizá a veces negocie un poco, pero jamás discuto con mi hija sobre qué libros quiere pedir prestado o comprar. Apechugo con mi decisión de haberla llevado a la biblio o a la librería porque si la llevo es para que ella mire, escuche y decida. Para que aprenda a aprender qué le gusta y, sobre todo, qué no le gusta.
Lo básico es necesario. La narrativa básica nos dice que cada historia debe tener su presentación, nudo y desenlace. Por lo que los cuentos deberían seguir ese esquema básico para lograr captar la atención de un niño y no aburrir soporíferamente al adulto lector.
Lo increíble es interesante. Es verdad que los higos mágicos no existen, pero de los cuatro cuentos que cogí prestados ayer de la biblioteca Azkuna Zentroa El higo más dulce de Chris Van Allsburg desbancó por goleada a los otros tres libros, imponiéndose incluso a los de temática selvática, que es lo que le interesa ahora. La trama era un pelín complicada (increíble, de hecho) y la moraleja es apabullante pero todo eso lo convierte en un libro atractivo que nos lleva al siguiente punto.
Un poco más difícil, por favor. Somos humanos y lo que entendemos sin problemas no nos cautiva, siempre queremos más. Elevar un punto la dificultad pone al niño en alerta, con intención de querer entender lo que está ocurriendo. De este modo puede avanzar en su aprendizaje en vez de estancarse de puro aburrimiento. (Pero un punto solo, ¿eh? sino obtendríamos el efecto contrario).
Varios niveles de comprensión. De hecho, un buen libro para niños tiene varios niveles de comprensión que se adaptan a las distintas capacidades de comprensión del lector (lo mismo ocurre con los buenos libros para adultos, ¿eh?). Es decir, las conclusiones que el niño saca tras la lectura se van complicando a medida que su nivel cognitivo avanza y su capacidad de comprensión aumenta. ¿Has leído Ciudad color? ¿Cuántas cosas nos cuenta ese Mini? La primera y más básica, apta para los niños más pequeños, es que Vega se propone un reto junto con su amigo Zorro (un amigo que es un zorro y un problema increíble, ¡y una presentación! ese cuento lo tiene todo). Si leemos este libro a los más pequeños, les gustará por la belleza de las ilustraciones y porque los protagonistas consiguen su propósito. Vale, correcto. ¿Y qué pasará cuando los más pequeños crezcan un poco? Se darán cuenta de que Vega ha sido persistente y que incluso ha hecho frente a piratas, por lo que también ha sido una niña valiente. ¿Y cuando el niño crezca aún más? Esta es mi parte favorita: quizá el niño se dará cuenta de que podemos pintar nuestro mundo con nuestros propios colores. Que todos disponemos de los colores primarios y cada cual puede mezclarlos a su antojo. En el papel, sí, ¡y también en la vida! Bueno, de esto último quizá no se darán cuenta ahora, pero algo queda… Porque los cuentos crean un poso en los niños, o eso me gusta pensar 🙂
Ir juntos a la biblioteca y a la librería. Me gusta decidir qué libros entran en casa, pero aún me gusta más que mi niña disfrute del placer de ir a la biblioteca y a la librería.
Escoger bien la librería en donde compramos libros. Este punto es importantísimo para la sabia y sibilina manipulación materna. En una librería generalista hay tropecientos cuentos y siempre salimos con un libro que considero chorra (y ella apasionante; sí, esto podría parecer una contradicción con el punto de fomentar el gusto propio, pero tú sabes que no lo es, ¿verdad?). De estas incursiones han salido una edición de dudosa calidad sobre Caperucita, otro de la omnipresente Elsa y, el más interesante de todos, un libro que realmente no era un cuento sino un libro de actividades de 28 laberintos que nos salvó en nuestro letargo griposo y febril (de la Editorial Usborne, por cierto). ¿Pero qué pasa si la llevo a buenas librerías? Recuerdo hace más de un año la llevé a la Anti Liburudenda (calle Dos de mayo, 2 de Bilbao). En Instagram había fichado varios títulos que me interesaban y en la librería vi tres de ellos: Soy un artista, La cocina de noche y uno de Oliver Jeffers. Nos sentamos en el espacio de lectura, le leí los tres del tirón y ella eligió sin dudar Soy un artista. ¡Qué gran libro! ¡Es magnífico! Pero vi que también le había interesado La cocina de noche. Un mes después volví a por él y aún hoy esos dos cuentos siguen estando en nuestro top ten.
Moraleja: Una librería generalista vende de todo, pero una librería pequeña, buena y especializada sólo vende lo mejor, por lo que las posibilidades de que regreses a casa con un buen libro escogido por tu propio pichón (he aquí la sabia manipulación materna) aumentan considerablemente.
Un libro es sólo un libro. Ya llegará el momento en el que mi hija deba leer El Lazarillo de Tormes, pero de momento leemos por placer por lo que cuando un libro no le gusta, lo dejamos en paz. Y cuando un libro le encanta, lo leemos sin parar. O incluso lo recita ella. Y ahora que se interesa por las letras y palabras e intenta descifrarlas ¿qué mejor para ello que con un libro que le apasiona? Los libros son compañeros de viaje de nuestra vida y los que realmente nos gustan deben estar a nuestro lado y, los demás, debemos soltarlos o regalarlos a otras personas que los puedan apreciar.
Por increíble que parezca, este blog aún no tiene los comentarios habilitados, pero puedes comentar lo que te apetezca en Facebook. ¿Cuál es tu estrategia para comprar libros a tus hijos? ¿Eligen ellos o eliges tú? ¡Besos!